CAPITULO 2 DE LA SIERRA DE SEGURA

martes, 12 de noviembre de 2013

DE RIO MADERA A HORNOS DE SEGURA POR EL GR-247


Arranca este caminante de un lugar extraordinario, la belleza del paraje es perfecta y mientras mis pies empiezan lentamente a caminar me viene a la memoria, en este singular lugar, el soneto que Don Francisco de Quevedo regaló al rio Guadalquivir y a una de sus musas, concretamente a Lisi:

Aqui en las altas Sierras de Segura,
que se mezclan zafir con el del cielo,
en cuna naces líquida de hielo
y bien con majestad en tanta altura.

Naces Guadalquivir, de frente pura,
donde tus cristales eleve el vuelo
se returce corriente por el suelo
después que se arrojó por peña dura.

Aqui el primer tributo en llanto envio
a tus raudales, porque a Lisi hermosa
mis lágrimas la ofrezcas con que creces;

mas temo, como a verla llegas rio,
que olvide tu corriente poderosa
el aumento que arroyo me agradeces.

Aqui en las Altas Sierras de Segura
(Parnaso Español., 1648).

     Y asi poco a poco salgo de Rio Madera, importante lugar hace siglos, donde se traginaba con pinos y desde donde los "ajorraores" ataban a los bueyes y mulos aquellos troncos que iban formando los "jorros", aquellas marcas que dejaban e iban señalando lo que busco, el sendero que me ha de llevar a Hornos. No sé si en este relato me haré reiterativo, pero el espectáculo visual no tiene parangón, empiezo a subir a buscar al Refugio del Campillo y me encanta ver la altiva manera de estos pinos con los que hace mas de doscientos años se hacian barcos y ahí están exhibiendo su bravura silenciosa al paso de los años, es tan impresionante lo que estoy viendo, viviendo y saboreando que no cejo en darme cuenta hasta que un amigo me chismorrea que a la derecha esta El Yelmo, impresionante, soberbio, altanero, orgulloso de su altura, al que el propio Quevedo le dedicó una silva y le dijo:  ¡ Oh peñasco atrevido !

     Muy poco mas de una hora y paso el Campillo, al instante el cruce que me subirá algún dia a El Yelmo y a mi izquierda empiezo a descender un vericueto senderillo, hay momentos que solo se puede mirar donde pisas, pero en el momento que puedes elevar la mirada, la ración de belleza de lo que tienes delante de tus ojos es un prodigio natural difícil de comprender, no te cansas de observar y otear, de asomarte a los peñascos, de ver como algunos pinos están en los lugares mas inverosímiles. Sigo sendero abajo y el estómago no sabe de panorámicas ni de vistas, llevo un rato que las tripas me reclaman y nada mas acabar el senderillo, llego a un cruce donde mi instinto viajero me dice que es el lugar idóneo para apoyar mis posaderas y tomar algo, y entre cacho pan, rodaja de tomate de Jaén y pedazo de salchichón de la Sierra, comentamos entre los peregrinos el acierto de venir por estas tierras, con un Patrimonio Natural descomunal y con una belleza en sus paisajes muy complicada de explicar.

     Una vez sosegado el estómago y algo el espíritu nos adentramos en un camino mas ancho, camino de los de rodar vehiculos y en la antigüedad bestias que acarreaban afanosamente aquellos troncos, primero para barcos y últimamente para traviesas de tren, camino también con unas panorámicas mágicas a un lado, porque siempre al otro, al derecho, El Yelmo Chico es el que nos acompaña en todo momento, y entre pequeñas subidas y bajadas mas prolongadas, aparece en el horizonte el Guadalquivir manso, como cansado, nunca mejor dicho "apantado",  la imagen no tiene precio, el coste del cansancio para llegar hasta aquí está sobradamente remunerado, pero hay que seguir y a escasos metros, otra vista sin igual, alzado y encaramado en un peñasco aparece Hornos, con su Castillo.

     El tiempo apremia y a pesar de que arrecias el paso, una y otra vez te paras porque a cada paso no dejas de tener admiración de cuanto ves. Otra bajada pedregosa te hace mirar mas donde pones el pie que al frente, dejando este camino, aparece un sendero que sirve de atajo para llegar a La Capellania, lugar idóneo para echar un trago, secarse el sudor y contar entre nosotros el paraiso donde vive esta gente, rico en historias y en vida y también en fatigas para poder sobrevivir en estas tierras que en el invierno debe ser durisimo. Abandonamos la aldea por un senderillo que se nos hace mas empinado hacia abajo, hay que echar el freno, está algo escurridizo, la virginidad de este sendero es latente, llevo mas de dos horas observando que al pino laricio o al pino carrasco no paran de unirsele encinas en su mayoria y quejigos, y por allí aparece el enebro, por el otro lado majuelos y al pie de la senda la fragancia del monte bajo, el romero, bosque Mediterráneo, vergel de vegetacion y para rematar la faena el ronroneo de un arroyuelo.

     Se acaba la etapa, la senda abraza al monte, te lleva y te trae como queriendo que no llegues y sigas por aqui, hasta se estrecha tanto que da hasta recelo pasar, pero hay que seguir, Hornos de Segura nos espera, imponente, con sus callejas recoletas, sus miradores del pantano auténticos vigias de nuestro GRAN RIO, y su Castillo, esbelto y apuesto, lugar de epopeyas, fin de etapa y lugar de llegada, hay que compartir con la gente, este maravilloso dia y junto a un tazón de sopa con un buen chato de vino, hablamos de la experiencia de un dia inolvidable, por un bosque asombroso, con unas vistas espléndidas y entre charla y trago recuerdo otra vez a Quevedo cuando loaba a esta Sierra de Segura:
..................
Son parto de tus peñas
Mundo y Guadalquivir, famosos rios,
y luego los despeñas
por altos montes frios,
de tan soberbios y ásperos lugares,
que parece que llueves los que pares.
..........................
SILVA
El Yelmo de Segura de la Sierra.
O sea que olvidado.
(Las tres ultimas Musas castellanas:
segunda cumbre del Parnaso Español, 1626.)



Buen Camino.

Jacinto Fuentes Mesa.
Abuelo y peregrino
Noviembre del 2013.


   

Del Castellón de Cazalla al Castillo de Puerta Arenas, pasando por el Convento.

domingo, 3 de noviembre de 2013

 


     Empiezo este camino en Cazalla, bonito y recoleto lugar perteneciente a Los Cárcheles, y echo el pie a partir de lo que por esta zona se conoce como Castellón, unas ruinas de un antiguo Castillo en el que aún se ven por el suelo los cimientos y base de las murallas, asi como tambien del algibe de agua.
 
     Y doy comienzo aqui a mi ruta porque esta tierra es tierra de cuentos, lugar de tesoros y a la memoria vienen aquellos narraciones que pasaban del mero relato a la leyenda. Es esta tierra, tierra de misterios, que no de bulos, un paraiso de enigmas, que no de embustes, un lugar mágico lleno de sorpresas sin descubrir.

     Avanzo en mi ruta cuando debo adivinar si subo al Convento primero o a la vuelta, y antes de nada pienso que el Convento merece una primera visita y hacia él me encamino, con la vista al frente regocijándome en el pinar que aparece delante de mi vista cojo un vericueto camino y asciendo por un olivar hasta que me encuentro con un vergel de vegetación y arboleda y empiezo a sentir en mi piel sensaciones de estar en un lugar fascinante, te ensimismas en la historia e intento ver los movimientos que por aqui hubo durante siglos, un monasterio de "basilios" dedicado a Nuestra Señora de la Esperanza. Menudo sitio, menudo lugar, paraje fabuloso, mágico, fantástico, miras al horizonte y tienes todo un espectáculo visual, desenfundo aqui mi primer descanso y leo un mosaico que indica lo que estas tierras fueron y me cuentan también que un grupo de monjes de este monasterio, tuvieron que marchar a la ciudad de Sevilla a fundar un nuevo convento y que alli extramuros de la ciudad en el arrabal de San Gil, fundaron otro con parecidas caracteristicas al de Cazalla y con igual nombre dedicado a Nuestra Señora de la Esperanza (Macarena).
     Tras un buen rato admirando el horizonte, pienso en el auténtico tesoro, pienso en la riqueza de historias, la riqueza de la vida de la gente y tras amilanar la sed, retorno por el camino y busco una vertiginosa pendiente en busca del importante Castillo de Arenas. Subiendo admiro el paisaje que tengo a diestra y siniestra y aunque en estos ultimos años esto habra cambiado, noto en ciertos lugares que el bosque mediterráneo sigue algo intacto y aunque ando por terruños envueltos en olivos, siguen existiendo encinas, quejigos y observo enebros en un numero abundante, y  ademas aparecen en la misma orilla del camino, zarzas, majuelos y pasando cerca de algun que otro arroyuelo perdido me vienen al olfato olores de hinojos en abundancia que me hacen rememorar historias de mi infancia por la Fuente de la Peña, olores que solo en estos lugares los puedes tener.
     Si antes hablaba de espectáculo visual ahora no es menos, subiendo desde cualquier punto del sendero y moviendo solo el cuello ves al fondo Carchelejo y mas adelante Cárchel y algo mas a la derecha Pegalajar y un poco mas a la derecha aparace Almadén, el Pico Jaén, el Pico Mágina y la Serrezuela y toda esa sierra maravillosa. Sigo subiendo y voy sintiendo ya el cansancio de esta vertiginosa pendiente, pero tambien siento la recompensa de vistas infinitas, de relieves impresionantes que me hacen gozar oteando desde esta altura estos paisajes indescriptibles y estas panóramicos inexpresables.
     Y llegando ya al castillo por un senderillo empiezo a fantasear y pongo en mi imaginacion en esta tierra que fué de fronteras, con castillos de allá a la distancia y veo en mi fantasia refriegas de guerreros, me recreo con escarceos y pequeñas reyertas en este picacho entre árabes y cristinos, con sus idas, sus huidas y sus venidas y también me viene a mi invencion ascendiendo por este sendero aquellos arrieros con sus mulos y carros buscando guarecerse del mal tiempo.
     Y por fin llego, ha merecido la pena tanta cuesta, ha merecido la pena el cansancio y estar aqui en este castillo derruido y ahora me siento vigilante, centinela de este tiempo viendo a un lado Campillo de Arenas y mas arriba Noalejo, y al otro lado Carchelejo, Cárchel y Pegalajar y todas las sierras que las circundan y muy al fondo donde el horizonte se pierde se entreven las estribaciones de Sierra Nevada.
     Y ya que estoy aqui aprovecho el silencio, asi me lo recomienda mi amigo Jose, silencio que me ensimisma y que es interrumpido por las tripas que me reclaman echar mano al zurrón y sacar las viandas necesarias para una vez tomadas coger el camino de vuelta. Pero aqui hay mucho mas, y para averiguarlo, ¡¡pues eso!!, que hay que subir para sentirlo.

     Buen Camino

Jacinto Fuentes Mesa
Abuelo y peregrino.