CAMINO, NATURALEZA E HISTORIA

viernes, 28 de marzo de 2014

     Creo que los pies de este peregrino nunca han pisado un camino con tanto caudal de cultura, con un pasado tan rico en historias y con unos parajes naturales de una pureza descomunal. Arranco en los Jardines de Despeñaperros en un sendero que llaman Barranco de Valdeazores con la esperanza de recorrer un fantástico camino.

     Nada mas empezar nos encontramos con una cuesta arriba de unos cuatro kilometros, bastante llevaderos, cruzamos la casa del guarda y un par de verjas que habra que abrir y volverlas a dejar cerradas. La arboleda es impresionante, pinos, quejigos, alcornoques, encinas, algún que otro enebro, el bosque mediterráneo vuelve al lugar propio arrebatando al terreno lo que la mano del hombre le quitó. Silencio y camino es mi compañia, todo es sosiego, punto de emoción en la mirada a cada paso.


     Serpentea el camino, se acaba la cuesta, que no es tanta como me habian dicho, y se presenta la primera opción girar al Collado de la Aviación o seguir hacia adelante y opto por seguir, ya habrá momento de volver al Collado y contemplar esas vistas que me anuncian mis amigos. Al poco del cruce aparece no muy lejano los restos de un castillo, Castro Ferral le llaman, vigia impertérrito y controlador de un camino que cruzaba la Meseta y Andalucia por el puerto del Muradal. Me lleva el cortafuegos al castillo y tranquilo observo sus piedras y me imagino el trajin de la soldadesca y en un momento monto guardia mirando al horizonte mas cercano , el espectáculo visual es impresionante, es tan hermoso lo que veo que no se desde que angulo mirar.

     Hay que seguir y de nuevo continuo por este bosque de inmensa hermosura, alcornoques descorchados no hace mucho tiempo, quejigos, pinos y entre los matorrales a la orilla del sendero paso la mano por el tomillo y me huelo, y si hay alguna mata de romero también y ya lo mas cuando dulcemente pasas la palma por esas florecillas lilas y sientes el aroma a lavanda, olor a monte y te sientes duende de este lugar tan mágico.
   
     El viejo camino continua, vira y revira, sube y baja, menos el aire todo es silencio y voy expectante, cada vez que se retuerce el camino creo que va a aparecer un almohade a caballo proveniente de alguna escaramuza o un castellano con espada en mano en busca de enemigo escondido, pero es mas, por estas tierras de paso del Sur hacia la Meseta, tambien hubo siglos después gentes que se echaron al monte, bandoleros que hicieron de esta Sierra su lugar preferido para perpetrar algunas veces sus fechorias y otras veces segun los Romanticos para ayudar a las gentes del pueblo, alrededor alguna que otra cueva para vivir y buenos peñones para esconderse y esperar a los carruajes que por aqui transitaban, cuentan que el Tempranillo cabalgó por esta parte de la Sierra, haciéndose respetar, escondiéndose de los "migueletes", intentando ser el bandolero mas generoso. Tomo aposento para tomar un respiro, en el descanso aparecen nombres de bandoleros, "Tragabuches",  "los Siete Niños de Ecija", "el Lero", mientras recordamos estos nombres legendarios me centro en un buen bocado de pan, aceite y habas y un buen trago de tinto de Frailes para regar el interior del cuerpo.

     Una vez calmados los ruidos de mi estómago y amilanada la sed, me desperezo y vuelvo al camino y junto a los compañeros en animada cháchara continuamos observando este bello e insólito panorama, veo por fin un madroño y otro, y otro mas, poco fruto queda, lo arrimo a mi boca y siento el placer de volver a las travesuras del niño en el campo, tan exquisito bocado me trae recuerdos, me arrastra a historias que siempre perdurarán en mi memoria. Y asi enamorado del territorio que ando llegamos al Empedraillo, Camino Real, quizás sobre una calzada romana, en otros tiempos paso obligado de diligencias, carruajes, expediciones, incluso la transhumancia tuvo por aqui su paso, pienso que estoy sobre un tesoro, rico en historia de vidas y gentes, por aqui cuenta la leyenda de la Batalla de las Navas que un pastor mozárabe enseñó un paso estrecho sin vigilar a los cristianos y poder atacar por la retaguardia al ejército almohade. Me imagino por aqui  a Alfonso VIII rey castellano y al Arzobispo de Toledo en pleno fragor de la batalla y en agitada conversación afirmar el rey castellano: "Vos y Yo aqui muramos".
   
     ¡¡¡Cuanto bueno!!!, en fin, nuestro caminar está a punto de su fin, aún quedan cinco kilómetros y una sorpresa mas, nada mas dejar a nuestra izquierda Miranda del Rey, me cuenta mi amigo Andrés que estos tres últimos kilómetros antes de llegar a la Aliseda son espectaculares, y lo que me faltaba es el susurro del agua en un arroyuelo recodeándose con el camino, a veces te pilla y otras se esconde, a veces bravo y salvaje, a veces calmo y tranquilo, ¡¡ ay señor, señor !!, esto se acaba, por este sendero romano junto al arroyo, envuelto en jaras azules y pizarra por doquier aparezco en la Aliseda, oasis y vergel de un lugar maravilloso, el camino de hoy alucinante, estremecedor, espectacular, tengo que volver, debo venir, quiero sentir de nuevo el pulso del camino por estas tierras, empaparme las manos de olor a naturaleza, abrazarme a un alcornoque sangriento y decirle al tronco que siento su alma, oir el canto alegre de los pájaros, palpar este inmenso bosque frondoso cargado de leyendas, volveré.

     Buen camino amigos.........

Jacinto Fuentes Mesa, abuelo y peregrino.