Etapa del Camino a Santiago desde
Madrid
Son los caminos, las cañadas, los
senderos o las veredas parte de nuestro patrimonio cultural e histórico que va
pasando al olvido conforme pasan los años.
Empiezan
mis pies a caminar a la entrada de Colmenar Viejo, aquí se encuentra la Ermita
de Santa Ana y una Cruz de Humilladero que rescata recuerdos no muy lejanos del
tránsito de gentes por este lugar.
Y está
bien empezar con este símbolo caminero y es agradable callejear por Colmenar
siguiendo las flechas amarillas del Camino, no se tarda mucho en llegar a la
Basílica de la Asunción de Nuestra Señora, coincide el título con mi Catedral,
la de Jaén, ¿¿casualidad??, deduzco el nombre al ver el Altar Mayor y observar
la Asunción de la Virgen en la cúspide el altar. Me recreo en el interior
porque su grandiosidad y su espacio te llaman la atención y el interior merece
unos minutos de recreo y saborear su grandeza.
Tras la
Basílica y su plazuela me detiene un lugareño algo mayor y me pregunta que
donde voy, tras la breve presentación me habla que por este lugar
siempre hubo camino, unía Alcalá de Henares y Segovia y siempre tuvo disputa
entre sus gentes, sobre todo ganaderos para tener las mejores tierras de pastos
para su ganado, con buen sabor de boca y mas rato de “cháchara” dejo al paisano
con ganas de contarme historias y chismes de la zona, pero es hora de echar un
pie delante y otro detrás por la ciudad, hay que terminar de atravesarla, un
primer tramo de callejeo por zona mas antigua y definitivamente buscando la
salida con calles y avenidas mas amplias, un parque determina con sorpresa que
no queda mucho para salir de la localidad, hablo de sorpresa porque en un muro
al entrar al parque hay un gran mural sobre el Camino de Santiago, así que todo
esto y mucho mas hace a Colmenar Viejo como Ciudad Jacobea.
Ya en
las afueras te encuentras con la señalización suficiente como para no perderte,
nuestro camino hoy nos conducirá como tramo del Camino de Santiago, pero
también es un Sendero de Gran Recorrido, el GR 124 se llama Senda Real y
guardando su esencia histórica vamos andar por una Via Pecuaria bien marcada
recordándonos también el trajín que tuvo este camino de ganado llevado en
grandes rebaños de un lugar hacia otro buscando mejores pastos.
Recogida
la información, ya es hora de andar, avanzan nuestros pies por un camino con
grandes piedras graníticas, el granulado que pisas brilla con el Sol y aunque
el camino no es muy ancho, si es cierto que está perfectamente delimitado por
vallas hechas a la antigua usanza, piedra sobre piedra, colocada en seco sin
ningún tipo de argamasa que la sujete. La mirada colocada de vez en cuando en
el infinito te deja bellas estampas de sierra, de localidades y aquí en la
cercanía la dehesa se abre ante los ojos como para despertarte del letargo de
la vida cotidiana, ovejas, vacas, toros, caballos y en el cielo algún que otro
pájaro grande te van espabilando de la rutina diaria y vas encontrando tu
sitio.
Tras
atravesar un túnel bajo la via férrea y caminar bajo un puente de una carretera,
el camino te sorprende con otra anécdota histórica, un puente, el cartel anuncia
Puente Medieval, se ve bastante restaurado ahora muy bien cuidado, las aguas
que murmuran bajo el puente son las del Rio Manzanares, este detalle del puente
es otro disfrute mas de un día de andar y de recordar el trasiego de personas y
mercancías.
Fotos
del sitio y tras salir de él, el camino se ensancha, en su día fue Vía Pecuaria
o Cañada Real, por su anchura debió ser una “autopista” de su época, es a
partir de este momento donde comienza el ascenso, durante cuatro kilómetros
aproximadamente el peregrino no va a dejar de ascender, con un desnivel que
casi no te das cuenta, sin abandonar el carril principal hasta la llegada a una
fuente que tiene agua según las lluvias, es aquí donde hay que desviarse a la
derecha y terminar en breve el ascenso, desde este collado la panorámica es
sorprendente, la Sierra de Guadarrama al frente, la Pedriza mágica con su
granito exhuberante y abajo del todo a orillas del pantano, Manzanares el Real,
impresionante con su Castillo, que te deja una impresión de sorpresa en la cara
que no te crees lo que ves y te preguntas ¿qué hace esto aquí?, empiezas a
bajar y aunque vas sin prisas, después de lo visto, ahora si toca acelerar el
paso y llegar, poco mas de dos kilómetros para visitar y ver una maravilla que
dejará poso de satisfacción por muchísimo tiempo, el Castillo de los Mendoza
hay que verlo y pasearte por su adarve, observar las estancias donde vivia el personal y otear desde los torreones
todo lo que se pueda mirar y como no vivirlo soñando como hace siglos.
Después
de todo, es hora de mas sorpresas, esas que llegan al peregrino cuando hay que
alimentarse y tratar de recuperar el estómago, es territorio de sopa castellana o judiones o caldereta y escanciar algún vino para alegrar el alma y disfrutar del milagro de la vida
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¡¡ BUEN CAMINO ¡!
Jacinto Fuentes Mesa.
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